
Este genial cómic de Will Eisner ha sido adaptado este año a la gran pantalla de la mano de Frank Miller, un no menos genial dibujante y guionista de cómics, pero que en el campo de la dirección cinematográfica aun deja bastante que desear.

Lo primero que hay que tener en cuenta, es que el cómic y el cine son lenguajes artísticos totalmente distintos. Al igual que ocurre con el cine y con la literatura, e incluso con el teatro. Esto, es algo que el propio Miller ya debía haber detectado en su primera incursión dentro del mundo del celuloide. Dicha incursión la realizó de la mano del Mexicano Robert Rodríguez dirigiendo la adaptación de la novela gráfica del propio Miller Sin City: La ciudad del pecado. Lo que en el papel funcionaba de una forma excelente, perdía gran parte de su dramatismo y de su lírica al trasladarlo a la gran pantalla, presentando unos personajes tan duros y oscuros, que quedaban un poco ridículos en el film. Cosa que no ocurría para nada en el cómic original.

El problema para mi reside principalmente en que el personaje de Spirit, en su versión de cómic, cuenta historias muy breves (sobre unas 6 u 8 páginas) que no tienen la suficiente profundidad para trasladarlas a la gran pantalla en forma de largometraje. Así pues en la cinta de Miller,

En fin, que si ya dentro del cómic, no podemos más que echar de menos las primeras obras de Miller, como Daredevil, Ronin, Batman: Año uno y El regreso del señor de la noche, en el cine no se puede decir que su debut haya sido muy esperanzador.

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