1973, Policiaco. Dir: Sidney Lumet. Guión: Peter Maas, Waldo Salk. Música: Mikis Theodorakis Int: Al Pacino, John Randolph, Jack Keohe.
La historia de Frank Serpico, nos cuenta el vía crucis particular de un policía honrado dentro de un Departamento corrupto de los pies a la cabeza. Desde el día de su graduación, el agente irá pasando por los diferentes distritos del Bronx y por los de Manhattan encontrando numerosas trabas para conseguir su objetivo profesional: convertirse en detective. Todos sus compañeros se pondrán contra él a causa de su rechazo a los sobres de dinero. Dinero conseguido por medio de la extorsión y del chantaje que reafirma el salario policial permitiendo a los agentes tener una vida de lujos sin ningún tipo de aprieto. La historia irá evolucionando hasta el punto en que Serpico no podrá soportar más y se dispondrá a denunciar a sus compañeros, en primer lugar dentro del cuerpo y más adelante en las altas esferas del gobierno de la ciudad de Nueva York. Todo será en vano, ya que nadie quiere enfrentarse a un cuerpo como el de la policía.
Ésta no es la primera cinta que trata el tema de la corrupción policial. El año pasado pudimos ver en la gran pantalla Dueños de la calle, una cinta cuya guión escribió James Ellroy, autor que ha tratado este tema en gran parte de sus obras, como LA Confidencial o La Dalia negra. También era un tema que aparecía en una sublínea argumental en American Gangster, la historia de Frank Lucas, que Riddley Scott contó en la gran pantalla hace poco tiempo.
El director de la película es el genial Sidney Lumet, que cuenta en su carrera con obras tan conocidas como 12 hombres sin piedad, Network, un mundo implacable, Veredicto final o la más reciente Antes que el diablo sepa que has muerto. Con Serpico le dio su primer papel protagonista a Al Pacino, uno de los mejores actores de los años 80 y 90 con películas como La trilogía de El Padrino, Tarde de perros o Esencia de mujer, por la que obtuvo un Oscar, y que sin embargo y por desgracia, ahora pasa por horas bajas, ya que en sus últimas cintas como 88 minutos o Asesinato justo, se ha convertido en una caricatura de lo que fue hace unos años.
Una cinta que trata un tema totalmente real, que aun hoy en día sigue totalmente vivo. No hay que pensar más allá de los incidentes de la comisaria de Coslada. Asuntos que llevados a la gran pantalla podrían dar lugar a una cinta de este estilo más cercana a nuestra sociedad, y que parece imposible que aun hoy en día, en pleno siglo XXI se sigan produciendo ante la nula reacción de nuestros gobernantes.
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