*Contiene SPOILER
Este verano he aprovechado para ver el ambicioso proyecto que ha llevado a cabo Clint Eastwood en esta temporada cinematográfica. Se trata de dos films que narran una misma historia enfocada desde dos puntos de vista totalmente diferentes: La batalla de Iwo Jima. Esta campaña militar enfrentó a estadounidenses y japoneses al final de la segunda guerra mundial. El escenario donde tuvo lugar la masacre fue, como hemos dicho, Iwo Jima: Una pequeña isla del pacífico que pasaría a la historia a causa de una fotografía tomada por el famoso reportero gráfico Robert Kappa.
2006, Bélica. Director: Clint Eastwood. Guión: Paul Haggis, William Boyles Jr. basado en la novela de James Bradley y Ron Powers. Música: Clint Eastwood. Interpretación: Ryan Philippe, Jesse Bradford, Adam Beach y Barry Pepper.
Banderas de nuestros padres.
Ésta, fue la primera de las dos películas que se pudo ver en la gran pantalla. Por su parte, nos narra el punto de vista norteamericano de la batalla. La historia que cuenta, se podría dividir en dos partes. Por un lado se nos muestra el desembarco de las tropas norteamericanas en la pequeña isla japonesa hasta el momento en que al conquistar la famosa colina, se realiza la fotografía que dará la vuelta al mundo. Por el otro, el director nos explica como los norteamericanos se encargaron de organizar un excepcional acto publicitario por medio de la foto, con el objetivo de conseguir fondos monetarios con los que subvencionar su guerra y conseguir así acabar con el ejército Nipón. Con estás partes tan claramente separadas pero entremezcladas a lo largo del metraje del film, Eastwood, nos presenta una fábula totalmente antimilitarista que hará mella en todos los corazones. Podremos ver el sufrimiento de los tres soldados elegidos para protagonizar los actos de la campaña, al pensar que sus compañeros siguen en el campo de batalla. Sus preocupaciones al respecto del deber cumplido para con su patria. Sus nauseas al darse cuenta del tamaño de la pantomima en la que se han visto involucrados. Y así sucesivamente una serie de secuelas producidas por la guerra que no deja nunca inmune a nadie que vaya a participar en una de ellas.
Ésta, fue la primera de las dos películas que se pudo ver en la gran pantalla. Por su parte, nos narra el punto de vista norteamericano de la batalla. La historia que cuenta, se podría dividir en dos partes. Por un lado se nos muestra el desembarco de las tropas norteamericanas en la pequeña isla japonesa hasta el momento en que al conquistar la famosa colina, se realiza la fotografía que dará la vuelta al mundo. Por el otro, el director nos explica como los norteamericanos se encargaron de organizar un excepcional acto publicitario por medio de la foto, con el objetivo de conseguir fondos monetarios con los que subvencionar su guerra y conseguir así acabar con el ejército Nipón. Con estás partes tan claramente separadas pero entremezcladas a lo largo del metraje del film, Eastwood, nos presenta una fábula totalmente antimilitarista que hará mella en todos los corazones. Podremos ver el sufrimiento de los tres soldados elegidos para protagonizar los actos de la campaña, al pensar que sus compañeros siguen en el campo de batalla. Sus preocupaciones al respecto del deber cumplido para con su patria. Sus nauseas al darse cuenta del tamaño de la pantomima en la que se han visto involucrados. Y así sucesivamente una serie de secuelas producidas por la guerra que no deja nunca inmune a nadie que vaya a participar en una de ellas.
El resultado cuanto menos es notable, ahora bien, quedan en mi opinión algunos pequeños aspectos por limar. Referente al desembarco, la película no nos aporta nada nuevo que no hubiésemos visto ya en obras anteriores como Salvar al soldado Ryan o La delgada línea roja. Es de un extremado realismo, pero no nos sorprende del mismo modo que lo hicieron estos films en su día. Y la parte de la campaña publicitaria no deja de resultar un poco larga para mí. Sin lugar a dudas el director consigue transmitir sus pensamientos antibelicistas, pero el film no llega a la perfección que ha logrado este gran creador en obras anteriores como Poder absoluto, Mystic river, Un mundo perfecto o Sin perdón.
2006, Bélica. Director: Clint Eastwood. Guión: Iris Yamashita y Paul Haggis, basado en la novela de Tadamichi Kuribayashi. Música: Kyle Eastwood y Michael Stevens. Interpretación: Ken Watanabe, Kazunari Ninomiya, Tsuyoshi Ihara y Ryo Kase.
Cartas desde Iwo Jima.
El segundo film nos muestra el punto de vista Japonés de la misma historia. Y hay que decir que en este experimento, Eastwood ha querido ir tan al extremo que la película ha sido rodada en el japonés original. Así que al no haberse realizado copias dobladas la película debe verse en el idioma Nipón con subtítulos.
La historia en este caso es la de la campaña miliar, vista desde los distintos ojos de cada uno de sus protagonistas por medio de las cartas que estos ecribieron a sus familiares más cercanos. Cartas que por otra parte nunca llegarían a su destino.
Por un lado tenemos la historia del General Tadamichi Kuribayashi. Un hombre de principios, que se ve abocado a dirigir a su ejército en una campaña que podríamos definir como la crónica de una muerte avanzada. Si el ejército norteamericano se encuentra sin fondos para terminar la guerra, el japonés no está en mejor situación. Sobretodo después de perder gran parte de su armada en una batalla reciente. Aun así, Kuribayashi organiza la defensa de la isla de forma magistral alargando su conquista hasta llegar a los 40 días y provocando la muerte de unos 7000 soldados norteamericanos. Es ahí donde vemos la educación que éste ha recibido en los Estados Unidos y el conocimiento que tiene pues de su enemigo.
Podemos hablar también del joven Saigo, antibelicista por naturaleza y futuro padre de familia que se ve envuelto en una guerra sin sentido para él, ni para nadie, y en otra lucha particular que será la de salvar su vida.
También encontraremos al genial personaje del barón Nishi que sabiendo lo desesperado de la campaña va a embarcarse en ella para hacerle costado al general Kuribayashi y demostrar así su fidelidad hacia él.La historia en este caso es la de la campaña miliar, vista desde los distintos ojos de cada uno de sus protagonistas por medio de las cartas que estos ecribieron a sus familiares más cercanos. Cartas que por otra parte nunca llegarían a su destino.
Por un lado tenemos la historia del General Tadamichi Kuribayashi. Un hombre de principios, que se ve abocado a dirigir a su ejército en una campaña que podríamos definir como la crónica de una muerte avanzada. Si el ejército norteamericano se encuentra sin fondos para terminar la guerra, el japonés no está en mejor situación. Sobretodo después de perder gran parte de su armada en una batalla reciente. Aun así, Kuribayashi organiza la defensa de la isla de forma magistral alargando su conquista hasta llegar a los 40 días y provocando la muerte de unos 7000 soldados norteamericanos. Es ahí donde vemos la educación que éste ha recibido en los Estados Unidos y el conocimiento que tiene pues de su enemigo.
Podemos hablar también del joven Saigo, antibelicista por naturaleza y futuro padre de familia que se ve envuelto en una guerra sin sentido para él, ni para nadie, y en otra lucha particular que será la de salvar su vida.
Y para terminar veremos a Shimizu, un soldado de elite expulsado de su cuerpo y enviado a Iwo Jima para encontrar allí una muerte segura.
La obra está en mi opinión más acertada que la anterior. En ella veremos los enfrentamientos entre los mandos militares por decidir la manera de organizar la defensa de la isla. Los principios de una cultura que envía a sus hombres al suicidio antes de cometer la desobediencia de una orden. La lealtad de unos y la traición de otros. Fenómenos sin duda que forman parte de los hechos del campo de batalla y que Eastwood sebe reflejar aquí de forma magistral. Aun así, le ocurre como a su predecesora, no alcanza el nivel de otras obras de su director.
La conclusión que podemos extraer es que Clint Eastwood se ha puesto al frente de un proyecto ambicioso como ninguno y que sale de él de forma muy airosa. Casi podríamos decir que notablemente. Y es que imagino que ninguno de los dos bandos podrá echarle nada en cara al director, en lo que se refiere a su imparcialidad a la hora de transmitir su historia. Y junto a él destacar la labor de guión de Paul Haggis a quien ya conocimos en Crash.
En fin, dos obras recomendables, al las que quizás lo único que se les pueda hechar en cara sea el no llegar al calificativo de excelente, al que Clint Eastwood nos tiene acostumbrados en sus últimos films.