Era el año 1968 cuando Norman Jewison se puso tras las cámaras para dirigir a Steve McQueen y a Faye Dunaway en un genial thriller sobre policías y ladrones.
La historia es la de un millonario excéntrico que, haciendo alarde de su ingenio y su inteligencia, realizará un atraco perfecto, sin dejar ninguna pista tras él, y que le permitirá hacerse con la suculenta cifra, nada más y nada menos, que de 2 millones y medio de dólares. Ante la imposibilidad de la policía de hacer nada para cazarlo, la compañía de seguros del banco contratará a una investigadora privada, que por medio de su intuición y su astucia intentará darle caza al ambicioso atracador
Esta obra, pasaría a la historia como uno de los mejores films dentro de su género por distintos motivos.
Entre ellos podríamos destacar el de reunir en la gran pantalla a la pareja de actores. Entre ellos dos, se dio una excelente química, logrando convertirlos en amantes y rivales al mismo tiempo de una manera totalmente creíble.
Otro aspecto a destacar sería la creación técnica. Norman Jewison hizo alarde de su innovación y logró introducir en el montaje final un producto en el que podemos ver pantallas partidas, colores difuminados y planos fascinantes hasta el máximo extremo. Ejemplo de ello son la partida de polo y el beso entre los enamorados rodado por medio de un travelling, e imitado hasta la saciedad en numerosos casos a lo largo de la historia del cine.
En este film, psicodelia y pop se unen y se elevan a su máxima potencia, dando un ejemplo de creatividad arriesgada que se aprovecha a lo largo de toda la cinta, sin que esto se imponga como un impedimento a la hora de narrar la genial historia.
Para terminar, desatacar los detalles, como los trajes de Crown con un valor de más de 350 dólares y su reloj, que alcanzaba los 2250; el amplio vestuario de la señorita Anderson, que si contamos la toalla de la sauna, aparece en la película con 30 modelos diferentes de ropa; la banda sonora del profesional del jazz Michael Legrand; las escenas de acción y de conducción de vehículos, que fueron rodadas por el propio McQueen, conocido es su amor por la velocidad..., y así un extenso etcétera, que nos permitiría extendernos hablando del film todo lo que quisiéramos. Pero no será el caso, os dejaremos por el contrario con uno de sus momentos más interesantes. Sin más, quedaos con Vicky Anderson y con Thomas Crown…
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