1952 Aventra. Dir: Robert Siodmak Guión: Roland Kibbee Música: William Alwyn Int: Burt Lancaster, Nick Cravat, Eva Barlot.
Levad anclas, fijas las jarcias, amarrad el cabestrante,… ¡Moveos! Adelante haraganes. ¡Moveos! Y preparaos. Preparaos para contemplar una aventura a la antigua usanza. Una de aquellas de las que disfrutábamos cuando éramos pequeños en esas tardes de sábado pegados a la caja tonta.
Burt Lancaster es el capitán de este barco cuyo patrón será Robert Siodmak. Director de origen alemán, que cuenta en su haber con geniales películas como A través del espejo o El gran juego. Algunas de ellas las hizo contando con Burt Lancaster a sus órdenes, como Forajidos o El abrazo de la muerte. Una sociedad que logró geniales productos como el film que hoy nos ocupa.
El Capitán Vallo nos muestra a un pirata descarado y sin vergüenza que Lancaster borda a la perfección con su interpretación. Y es que estos papeles le iban como anillo al dedo. Ya homenajeamos aquí hace algún tiempo Los Profesionales de Richard Brooks, en la que Lancaster daba vida a un dinamitero capaz de burlarse del mismísimo diablo.
A su excelente interpretación, en este caso unirá sus magníficas dotes de equilibrista y su gran condición física de atleta. El actor, que tuvo sus inicios en el mundo del circo, nos muestra aquí sus aptitudes como trapecista volando de mástil a mástil como pájaro en libertad.
Y no solo lo hizo en esta película. También en Trapecio y en El halcón y la flecha pudimos verle dando geniales saltos y logrando impresionantes equilibrios dignos del mejor funambulista. Y siempre sin dobles.
Y es aquí, donde encontramos a un brevísimo actor, Nick Caravat, que le hace las funciones de contrapunto a Lancaster dándole pie a realizar estos equilibrios y apoyando a su capitán con su muda interpretación. Y es que la minusvalía de este intérprete no fue ningún tipo de escollo para él, a la hora de realizar estas películas inolvidables.
En el film veremos acción, amor, amistad, aventuras… y también humor, mucho humor. Siempre recordaré con cariño las escenas en las que tras ser expulsados del barco a causa del motín, los piratas van andando bajo el mar sirviéndose de los principios de Arquímedes y respirando el aire que ha quedado bajo el casco de su pequeña barca.
Humor si… pero también lealtad y honor. Ese honor que aunque sea entre piratas aparece siempre tan claramente dibujado en este tipo de film. El honor de Bellows, el primero de a bordo, que tras traicionar a su Capitán vendiéndole a las tropas del Duque, será capaz de volver a ganar su confianza aunque haya de pagar por ello, un precio muy alto: su vida.